miércoles, 9 de diciembre de 2009

Juliette Lewis, Madrid, 25 de Noviembre de 2009. Sala Heineken.



Volvía Juliette y no podíamos perdérnosla, aunque la semana iba a ser movidita.

Nos plantamos en la Heineken muy temprano y eso nos dió una posición envidable y además la posibilidad de sentarnos en la barandilla en los tiempos muertos, cosa que al final se agradeció, ya que tuvimos dos grupos teloneros. Los primeros, de aquí, se llamaban algo así como No Talk y eran un trío que necesita más tiempo para definirse, ya que se mueven en un lugar no muy reconocible que al final se hace bastante monótono, aunque ganas le echaron todas y hay que agradecérselo.



Detrás aparecieron Scanners. Personalmente de entrada me molestaba la idea de tener otro grupo por delante de Juliette, pero al cabo de un par de canciones me convencieron. Con un sonido de reminiscencias ochenteras, con una solista con una voz interesante y apoyada excelentemente por la guitarrista pelirroja y el otro en las voces, con unos contrapuntos de teclados bien puestos, nos parecieron una propuesta muy válida y acabaron haciendo bailar al personal que les despidió con cariño.



Juliette ha dejado a los licks y ha montado una banda nueva. De ella lo mejor es la sección de ritmo, con un batería muy competente y una bajista que además de tocar con solvencia, hace coros y ayuda a la Lewis interactuando con ella. El segundo guitarrista es bastante correcto sin destacar demasiado, pero el guitarrista principal, Chris Watson si no recuerdo mal, no me gustó en exceso. Desde su corte de pelo a sus ínfulas a lo Robert Smith, es más una presencia cargante en el escenario, pero es el que la diva ha elegido. El sonido de la banda ha cambiado un tanto por su culpa, dejando la vena directa y rockera para moverse en otros derroteros más ambientales y experimentales.



Afortunadamente las canciones nuevas tienen gancho y, sobre todo, Miss Lewis es un espectáculo en escena. Incansable, no para de moverse, interactúa con el público constantemente, consiguiendo que se establezca esa necesaria complicidad que te hace vivir el concierto en primera persona.

El set fue corto pero intenso, destacando entre las canciones más antiguas, la potente Purgatory Blues y la jovial Sticky Honey y de las nuevas, sobre todo, ese pedazo de blues desgarrado que es Hard Lovin' Woman, donde Juliette se desmelenó en el más puro estilo Janis, dejando claro que tiene una voz espectacular. Muy gratificante la poppy Uh Uh y descomunal Suicide Bomb Divers, que cerró el concierto con rifirafe con parte del público incluída debida a un pesado que andaba dando el coñazo para hacer fotos.




Juliette es una estrella, sin duda. Que haya aparcado su carrera en el cine para dedicarse a la música no da más que la medida de sus enormes capacidades. Merece la pena verla en directo. Las tres veces que lo he hecho han sido excelentes, como ya hablamos en este blog hace un tiempo.



Cuando vuelva, el año que viene como prometió, no pienso perdérmela. Tú tampoco deberías.

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