jueves, 22 de octubre de 2009

Deep Purple, Madrid 15 de Septiembre 2009



Con un cierto retraso me dispongo a hablar de la última vez en mi vida que vi a esta mítica banda. El retraso se debe seguramente a la profunda decepción que me produjo el concierto.

A priori no era uno de los que consideraba imprescindible, pero para quien no les había visto nunca siempre queda la espinita de perderse a uno de los grupos angulares del rock.

Lo triste es que demostraron que una retirada a tiempo es una victoria.


Dejando a un lado el cabreo de encontrarnos Vistalegre reducido a la pista mediante telones, ya que de haber sabido que iba a tener que ver el concierto de pie no hubiera ido, el resto fue la crónica de una decepción anunciada.



Y es que Ian Gillan simplemente no tiene voz. Se le agradece el esfuerzo que hace por agradar, el montonazo de kilos que se ha quitado de encima también, pero aquel mítico vocalista capaz de ensordecer con sus agudos bestiales se diluyó en los años 90.

Y el resto paga el impuesto de que el vocalista no pueda cantar. Hay larguísimas pausas instrumentales para que descanse y el concierto en general es francamente corto. Con lo cual 44€ por apenas una hora y media es casi casi un robo, o sin el casi.



El resto hacen lo que pueden con exquisita profesionalidad. Glover y Paice son una sección rítmica contundente, Don Airey es un competente sustituto pero sin el carisma del viejo profesor Lord y Steve Morse es un guitarrista enorme, sin duda, que lo demu-estra- de largo de principio a fin del show.



Pero dado que el repertorio se centra en los grandes éxitos del Mark II con algunos añadidos de la última época, la comparación con aquellos espeluznantes gritos deja al pobre Gillan bastante mal.

No volveré a verlos, salvo que sea gratis. En mi opinión, deberían retirarse tranquilamente.

Un par de videos del evento. Observese, por cierto que Gillan cada vez se parece más a Paco Valladares



martes, 20 de octubre de 2009

¿Porqué somos del Estu?



Una bonita definición sacada del Foro No Oficial de Estudiantes
Allí, N.E.S.T.A. escribió:

Yo creo que el aficionado del Estu se define en que utiliza el cerebro para algo más que ir de compras y elegir entre vaqueros azules o negros o sofronizarse con televisión basura.

Es la linea que divide a los que van con los yankis porque ganan o con los indios porque su lucha es justa aun a sabiendas de que les van a machacar.

Es el hacerte preguntas, el encontrar respuestas cuando vas creciendo. El seguir la manada por inercia o no seguirla porque sabes lo que implica. Es que un cateto en cualquier rincon de España te diga que es del Real Madrid porque gana y tu pienses que realmente sabes de algo más que de baloncesto. Es el de conocer el sabor autentico de la victoria porque eres como los niños pobres que no tienen juguetes y cuando les regalan uno les brillan los ojos. Es el de tener sentido del humor como para no tomarte demasiado en serio. También es sentirte en casa rodeado de feos, locos y adaptables dentro de su inadaptabilidad. Es como el duende que dicen los flamencos. Es como el: no me vendas la moto. Es como el: que os den por culo que no paso por el aro. Es como jugar en una liga que es una metáfora de un sistema que se basa en el oro, la codicia, la ambición desmedida y en el que, ya que tienes que vivir en él, se opta por la camaradería de barco pirata a la espera de asaltar la capital del imperio, destruir sus cimientos de corrupción y llevarte el botín para seguir subsistiendo.

Eso es lo que para mí es el Estu

Luego hay gente que se pregunta por qué este club es tan respetado fuera de Madrid...


No sé si todo será verdad, pero desde luego me gusta mucho.

sábado, 17 de octubre de 2009

Tampoco era para eso...



Hace un tiempo escribí acerca de Andrés Montes en el final de su contrato con La Sexta. Le deseaba un futuro lejos del baloncesto, tras muchos años de manía total hacia él.

Ayer nurió. A pesar de no poderle soportar narrando baloncesto, evidentente munca le hubiera deseado algo así. Era una persona joven y se ha ido demasiado pronto. Por eso es una pena.
Pero lo cierto es que después de tantos años de ponerle a parir, no le voy a echar de menos.