miércoles, 6 de octubre de 2010

PETER GABRIEL, Palacio de los Deportes, Madrid 22 de Septiembre de 2010.



Es necesario reconocer de antemano que Peter Gabriel para mi ha alcanzado desde hace muchos años un estado de gracia en el que prácticamente le perdono todo. Es uno de mis ídolos personales tanto en el plano estrictamente musical como en el humano, ya que su dimensión como persona, como activista por los derechos humanos y su implicación en la proyección de la cultura del mundo con el Womad y Real World le convierten en una personalidad de una talla enorme.

A partir de aquí y a pesar de los precios altísmos de las entradas, la asistencia al concierto era absolutamente obligatoria, cualquiera que fuera el proyecto o la propuesta que Mr Gabriel hiciera.

En la espera en las pantallas de video apareció un anuncio de una de las organizaciones en las que Peter está involucrado, WITNESS, que trata de denunciar todo tipo de abusos a tavés de testigos presenciales que usan el poder que la tecnología nos da ahora mismo.

Scratch my Back se ha presentado equivocadamente como "un disco de versiones de otros artistas hecho con arreglos orquestales" y eso no lo es, al menos exactamente.

Como hace normalmente, en un detalle que añade más y más admiración al artista y al personaje, Peter Gabriel apareció puntualmente a las 9 de la noche en el Palacio de los Deportes, armado con sus folios con la traducción al castellano y se tomó un tiempo para explicar que es lo que íbamos a ver. Esfuerzo digno de agradecer siempre, de forma que el artista, sin cantar una nota, establece un vínculo cercano con la audiencia.



Nos contó, luchando con el idioma, que la primera parte iba a ser Scratch my Back tocado completo y en orden. Que lo había imaginado como una historia contada de principio a fin y que ese era el significado de las canciones y el orden de las mismas. Y que después seguiríamos con un repaso a sus propios temas. Y, en otro detalle que siempre le honra, nos presentó a Anna Brun, cantante noruega que luego le acompañaría en las voces junto a su hija Melanie.

Anna nos mostró su trabajo brevemente con dos canciones. Tiene una voz un tanto fría que en momentos me recordó en el timbre a la de Annie Haslam.



Y sin más nos fuimos a lo serio. La orquesta y un piano de cola en escena y aderezándolo todo un derroche de creatividad en las proyecciones, con cortinas de video que suben y bajan y una pantalla al fondo de forma que el espectáculo audiovisual es impresionante.

Así las canciones de SMB van desgranándose con más o menos brillantez, algunos momentos son un poco lentos, adornados con proyecciones bastante orgánicas al principio y que luego se van humanizando para otras canciones. La unidad musical es indudable, Peter está perfecto de voz y algunas canciones son sencillamente espectaculares como My body is a Cage con la orquesta sonando potentísima, The Power of Your Heart en una versión preciosa que supera con creces a la original. Destacada también The Book of Love con grafismo infantil lleno de guiños humorísticos como el detalle de mostrar a Tony Levin, David Rhodes y su actual batería en caricatura.



Después de un descansito empezamos con la segunda parte. Todo temas propios arrancando con San Jacinto. Versiones absolutamente brutales de Signal to Noise, The Rhythm of the Heat y Red Rain. Una vez más queda demostrado que lo más potente que hay es una orquesta sinfónica tocando a toda marcha. Ni heavy metal ni nada. Por ejemplo el final de la mencionada Signal to Noise es una orgía de sonido indescriptible que se ganó una merecida y larguísima ovación con el público mayoritariamente puesto en pie.

La versión de Intruder es espeluznante, posiblemente la mejor que he oído nunca, se me pusieron los pelos como escarpias. También hubo algún momento más bajo como Downside Up, ya que Melanie no estuvo nada fina en las partes solistas y la canción se resintió.

Y cerró, como no podía ser de otra manera con una festiva versión de Solsbury Hill, un tema eterno y que levanta el ánimo, las palmas y las ganas de bailar en el formato que sea. Estoy seguro que si la hiciera a capella con un coro gregoriano sería igual de alegre y dicharachera.



El bis empieza con una emocionantísima versión de In Your Eyes, que, como siempre, me arranca lágrimas y me pone un nudo en la garganta. La pena es que después de este momento tan emotivo la interpretación de Don't Give Up no está a la altura. Anna Brun hace la voz femenina y francamente, no da la talla, un auténtica pena.

Y el concierto se cierra con The Nest That Sailed the Sky de Ovo interpretada solo por la orquesta con una coda con Peter, ya con una toalla al cuello para secarse el sudor, interpretando solo al piano.

Otra tremenda experiencia con Peter Gabriel. La pena es que se prodigue tan poco en directo. La vez anterior fue hace nada menos que 7 años, demasiado tiempo. Peter vuelve con la banda pronto, por favor.

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