lunes, 27 de junio de 2011

AVENGED SEVENFOLD, Madrid, ¿Palacio? Vistalegre, 24 de Junio de 2011.




No va a ser esta un larga crónica de un concierto, porque del mismo poco se puede decir. En esta ocasión nos dimos de bruces con toda la mierda posible en un concierto grande y por eso fue la primera vez que me marcho de uno a la mitad y sin demasiado cargo de conciencia. El local, la organización, el sonido y el público dejaron mucho , o todo, que desear.

No había escuchado al grupo hasta que Mike Portnoy empezó a girar con ellos el año pasado tras la muerte de su batería original. En disco suenan bien, cañeros y contundentes aunque con influencias innegables de grupos establecidos, metal americano alternativo no exento de calidad.

Portnoy ya no está con ellos pero el sustituto parecía suficientemente competente, así que nos lanzamos a comprar entradas,e so sí, de pista, una vez que conocemos las deficiencias de sonido de la puta plaza de toros de Vistalegre.

El tema del sonido en los locales de Madrid es una especie de maldición. En el caso del Palacio de los Deportes se ha solucionado con sobresaliente después de la megaobra de reconstrucción, sin duda. Pero Vistalegre es otro cantar.

Afortunadamente no he estado en demasiados conciertos ahi y en esas ocasiones la cosa no salió demasiado mal, pero un recinto redondo y cubierto no se presta a un sonido excelente precisamente.




Menos mal que antes de entrar cenamos opiparamente mientras veíamos de lejos como la cola parecía avanzar con rapidez, aunque la apertura de puertas fue con cierto retraso.

Cual fue nuestra sorpresa cuando nos acercamos y vimos como habían tenido la ocurrencia de ordenar el asunto: La cola no llegaba hasta el acceso a la plaza propiamente dicho sino que a unos 50 metros estaba el principio y los de seguridad iban dando paso a grupos de unas 30 personas. Visto el percal decidimos esperar un rato ya que la aglomeración era excesiva y daba la vuelta a la esquina. Durante más de media hora vimos pasar grupos de gente muy muy joven, los que eran un poco más talluditos iban con sus hijos. No es que eso importe mucho, pero la impresión
que iba creciendo en nosotros es que la pista iba a estar llena de adolescentes enfervorizados para ver a sus ídolos, lo cual me iba haciendo cada vez menos ilusión. Además la impresión es que había entrado muchísima gente y que la pista iba a estar petada.



Por fin nos colamos un poco y conseguimos entrar. El acceso era muy lento por los registros y porque se entraba solamente por apenas 3 pasillos.

Y hete aqui que una vez dentro ¡¡otra cola!! esta vez para entrar a la pista. LA sensación de borreguez y cabreo iba subiendo cuando una jovencita nos abordó pidiendo por favor que le cambiáramos las entradas de pista por las de grada. Dudamos poco, basándonos en la impresión de llenazo que teníamos y nos decidimos ante su alborozo emocionado.

Primera buena obra del día.

Buscamos el asiento y nos sentamos con una cerveza, comprobando con estupor que la pista no estaba llena ni de lejos. El escenario bastante pequeño y lo que luego tuvo un impacto decisivo, las torres de sonido mínimas. La música de ambiente se oía bastante mal.

Visto el error ya solamente quedaba esperar y cruzar los dedos. Salieron un poco tarde y con Nightmare como estaba previsto. Y constatamos que el sonido era lamentable, no solamente escaso de potencia sino sin ningún brillo en los agudos, las guitarras prácticamente inaudibles y la voz perdida en un marasmo de rebotes graves. No fue solamente la primera canción, como pasa algunas veces hasta qeulos técnicos afinan el sonido, sino que la tónica siguió igual. Y a eso hay que añadirle que los que nos rodeaban, a pesar de lo mal que se oía berreaban las canciones sin parar. El maldito efecto karaoke de muchos conciertos que es tan asqueroso ya que no solo berrean las letras sino que hacen lololoo en las melodías de guitarra. Penoso.




El grupo en sí tampoco es que fuera la leche en escena y menos desde lejos. Unos fuegos y algún petardo, luces justitas. Así que nos fuimos hastiando poco a poco hasta que no aguantamos más y en cuanto la pregunta saltó, ¿nos vamos? la respuesta fue inmediata. Y encima no tenían CDs en el puesto de merchandising.

Salimos cagándonos en todo (34 pavos cada entrada) y prometiéndonos que NUNCA JAMÁS volveremos a Pestealegre para nada.

Había dos chavales sentados en la escalera con caras largas y les pregunté si estaban solamente escuchando o si se habían quedado sin entrada. Y resulta que les habían robado la mochila con las entradas esa misma tarde. Les ofrecimos las nuestras y con las buenas artes de Laura, que convenció al jefe de los seguratas, entraron a ver la segunda parte al menos. Alguien que fue feliz por un rato tampoco está mal. Segunda buena obra del día.

Y esta es la historia y la conclusión: VISTALEGRE no vale para nada, lo mejor sería quemarlo.

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