Estoy mayor para macroconciertos en el mogollón. Esa es la reflexión inicial que hay que hacerse. Para la próxima vez mejor me busco una entrada de asiento que por lo menos alivie la espera. A la postre un concierto de esas dimensiones se ve mayormente en las pantallas por lo que no hay mucha diferencia salvo que te pegues por estar en primera fila, algo que es evidente que yo no voy a hacer.
La segunda reflexión al hilo del concierto es que en acontecimientos de esta repercusión hay demasiada gente que se apunta “porque mola” y al final son generalmente unos patosos y unos coñazos. Si en uno normal hay un porcentaje de esos siempre en otro así de grande se multiplica hasta la nausea y me toca bastante la fibra. Sí, también es porque me estoy haciendo viejo, pero el tiempo no pasa y los pesados cada vez me parece más pesados.
Dejando aparte la sección de cascarrabias vamos a lo que interesa. No vimos a Lilith, primeros teloneros y como además apenas se les oía cuando entramos, no puedo opinar. The Answer pagaron la enormidad del sitio y la escasez de sonido. Es posible que en las primeras filas se oyera mejor pero hacia la mitad de la pista dónde nosotros nos encontrábamos perdían toda la fuerza. Hicieron lo que pudieron por animar el cotarro y en parte lo consiguieron. Sigo teniendo mucha fe en ellos y espero poder verles en una sala pequeña para disfrutar de verdad, porque su música es excelente.
Y el plato fuerte. AC/DC montaron un escenario más grande que el el Palacio, lógicamente, con dos pantallas de video laterales y cubierto, con las columnas coronadas por dos gorras con cuernos. La parte central contenía el mismo montaje de la gira de pabellones, con prácticamente los mismos efectos, la locomotora que aparece entre explosiones y los juegos de las pantallas de video exactamente iguales. Y por supuesto, la campana, las llamaradas en TNT y Highway to Hell, la enorme Rosie cabalgando la locomotora y los cañonazos para cerrar con For Those About To Rock.
Quizá espoleados por la enorme cantidad de gente entregada, Angus y Brian se mostraron aún más energéticos si cabe, mientras la base rítmica cumplía tan sólida y eficaz como siempre. El set list con una sola variación, la adición de Dog Eat Dog entre War Machina y Anything Goes. El resto sin sorpresas, cosa que tampoco esperaba, conociendo a la banda.
Eso sí, el único efecto nuevo fue realmente espectacular, cuando Angus, durante Let There Be Rock se subió al techo de la tienda de sonido y luego a la plataforma y en ese momento unos gigantescos cañones de confetti cubrieron el estadio de papelitos entre la locura del personal. Apoteósico de verdad.
Resumiendo, para el que no haya visto muchos megaconciertos habrá sido una experiencia brutal. Para mi fue realmente divertido y a la vez muy cansado, pero no me arrepiento de haber ido por supuesto.
Eso sí, como decía al principio, he de aprender la lección e ir de asiento. Mis rodillas me lo agradecerán
1 comentario:
Como complemento a esta crónica, incluyo el enlace al artículo del maestro Manrique en "El País". El abuelo Diego no deja de ser algo duro con la banda (probablemente no le falte razón), y tanto él, como Darkover, y como yo (que no estuve en el Calderón, pero si en el Palacio dos meses atrás), coincidimos en la cantidad de tarugos que se puede uno encontrar en estos saraos.
Sin ir mas lejos, un compañero del trabajo estaba emocionado tras conseguir sus entradas para el bolo, y me saeteaba con preguntas de "donde coño conseguir una camiseta de ACDC" (probablemente para lucirla en una barbacoa de su ático). Ese mismo compañero reconoce sin complejos que estuvo meses atrás viendo a Miguel Bosé (y orgulloso de ello).
Da igual lo que les eches, ellos tragan con todo...
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