miércoles, 27 de agosto de 2008

ODIO EL LOLAILO

ODIO EL LOLAILO

Estoy harto de lolailo, estoy harto de rumbitas y flamenquito, estoy harto de mezcolanzas insulsas que se reducen a la misma rumba de siempre.

Hay que ver que daño hicieron los puñeteros Gipsy Kings a la música de este país. Que un grupo francés triunfara haciendo cutre rumbas abrió los ojos a la industria que empezó a lanzar productos en la misma linea, empezando por los infames Manolos entronizados con su look chabacano en los juegos de Barcelona y luego buscando el toque rumbita en todo lo posible.

Así esperpentos como Lolita, una "cantante" que se había comido los mocos haciendo "canción melódica", ese maullido amoooooooo amoooooo amooooo horrorizo nuestros oídos tiempo atrás, de repente se hizo de oro haciendo rumbitas, proclamándose heredera de su casta... Y su hermana Rosariyo otro tanto de lo mismo pero con un maullido acentúado todavía más.

Así los Chichos y los Chunguitos, que en sus tiempos mozos eran carne de cassette de gasolinera y atronaban desde los bugas de los quinquis de los barrios marginales, se convirtieron en objeto de culto por la "inteligentzia" patria.

Y desgraciadamente la gente más joven se fue criando escuchando estos horrores de forma que ahora gran parte de los ídolos juveniles son paridores de rumbitas en diferentes formas, los Estopas y Melendis, los Bisbales y Arrebatos, y el bicho, el barrio y su puta madre.

Resumiendo, es casi imposible ir a un sitio a tomar una copa y no ser castigado con una puñetera rumbita o un lolailo de medio pelo. Un asco.

Y si a todo esto le añadimos el abuso de la españolidad, la puta bandera con el puto toro y la interesada entronización del horror de la tauromaquia como arte no me extraña que cada vez me sienta más lejos de lo español "de toda la vida".

¿Cultura? Por aqui poca

1 comentario:

JANIS dijo...

Poco hay que hacer, querido amigo, con el problema del lolailo no de medio pelo, sino de medio pedo. La verdad es que ni ebria hasta las trancas lo soporto. Saludos